Viaje a la Clara Luz, por Julia Gómez

Soy luz en permanente estado de evolucion

Soy energía que se transforma constantemente desde el momento de la concepción.

Soy la impermanencia que acompaña al vacío, a la nada, soy la consciencia del tiempo finito, de la pérdida que a diario se produce en todo mi ser.
El cuerpo físico que me sustenta debe ser cuidado y honrado hasta el final, con amor y generosidad, con gratitud y entrega.
Afronto el deterioro físico, la pérdida de la belleza, de la juventud e incluso de la lucidez, porque forma parte de la Vida. Nuestro ciclo vital se extingue con la muerte, es la consecuencia del ciclo de la vida, no un fracaso, ni algo que deba ocultarse.

Ante la llegada de la muerte nos hallamos vulnerables y frágiles, nada puede detenerla, pero sí que podemos prepararnos para afrontarla con sabiduría, entrega y aceptación.
Nuestro cuerpo inerte retorna a la Madre Tierra, porque somos parte de ella incluso cuando nuestro espíritu se ha desvanecido.
El tiempo y la vida no nos pertenece, de nosotros depende que podamos hacer un buen uso de aquello que tan generosamente nos ha sido concedido.
Nos enfrentamos al proceso de la vida y al de la muerte en soledad, porque son experiencias únicas que solo uno puede vivir.

Nadie nos enseña a despedir una vida que concluye, a afrontar la pérdida como una profunda lección de sabiduría; y una enseñanza que ningún maestro nos puede enseñar, porque el proceso de transformación ante la pérdida solo puede vivirse desde la aceptación, desde el conocimiento y de la generosidad.
Hay miedo ante lo desconocido, barreras que paralizan el buen morir y dificultan la comunicación desde lo más profundo de nuestro ser. El aprendizaje de la pérdida es un regalo porque aprendemos a vivir con intensidad el momento presente, lo único que poseemos y lo que da sentido a nuestra Vida.

Julia Gómez Lasheras