Moderadora: Mar López Pérez, presidenta de Fundación Vivir un Buen Morir
Durante este mes de septiembre, en colaboración con FNAC Zaragoza y la Fundación Vivir un Buen Morir, se realiza el ciclo "Cine y Muerte Digna", con posterior coloquio al final de la película.
El miércoles 5 de septiembre se comenzó con la proyección de Julieta, y estas son las conclusiones del interesante coloquio surgido después de la proyección.
- La película Julieta aborda de forma magistral el sentimiento de culpa ante la pérdida y el sentimiento de destrucción que la acompaña. Nos cuesta aceptar lo inevitable y buscamos un culpable que justifique la muerte de un ser querido. La búsqueda de un culpable que nos impide aceptar lo inevitable se conoce como ira desplazada.
- Si la pérdida se afronta en unas condiciones adecuadas es más fácil elaborar un buen duelo. Es importante la comunicación auténtica y sincera al final de la vida. No podemos evitar lo inevitable, pero sí que podemos favorecer unas condiciones adecuadas que permitan una comunicación sincera y auténtica y una buena despedida.
- A veces se incrementa el sufrimiento ante la pérdida con el amor compensatorio de culpa. A veces se intenta evitar lo inevitable incrementando con esta actitud el sufrimiento propio de la pérdida. En la pelicula la hija se da cuenta del sufrimiento de la madre cuando ella experimenta la pérdida de su propio hijo en una muerte totalmente fortuita.
- Inexistencia de una pedagogía de la muerte que nos impide afrontar de forma madura y realista la pérdidas a las que nos enfrentamos. Hay mucho miedo ante la muerte, lo que dificulta una verdadera comunicación al final de la vida. Se considera la muerte como un fracaso y no como el final del ciclo de la vida.
- No nos damos permiso para vivir y experimentar la pérdida. En la sociedad actual no hay espacio para el dolor, el sufrimiento, el deterioro y la pérdida. Se sobrevalora la infancia y la juventud en detrimento de la madurez y la vejez porque aceptarlo implica aceptar las pérdidas que a diario vivimos.
- Es necesario tomar consciencia de nuestra propia muerte. No podemos vivir de espaldas a esta realidad pues a diario nos enfrentamos a continuas pérdidas y hemos de ser capaces de gestionarlas y de integrarlas en nuestra vida cotidiana.
- El duelo no es una enfermedad, pero se necesita de un tiempo y de un espacio para elaborar y gestionar la pérdida de forma adecuada. Es necesario compartir nuestro dolor y darnos permiso para exteriorizar todas las emociones surgidas tras la pérdida.
- Aprender a perder es aprender a morir, es aprender a amar.
- La única forma de crecer como seres humanos es aprendiendo a gestionar las pérdidas.
Julia Gómez Lasheras